"Los animales pacen, el
hombre come; pero únicamente sabe hacerlo quien tiene talento".
(Brillat-Savarin ).
"Saber para comer"
se presenta como un balcón donde asomarse al mundo de la alimentación y sus
lazos con las actividades realizadas por el hombre. El papel crucial en su
evolución biológica, social, religiosa, su influencia en la literatura,
pintura, escultura, música, cine, etc. En definitiva, gozar de la capacidad de
ver en una comida o bebida algo más que un hecho gastronómico y el placer que
nos causa su degustación, darnos cuenta de que son muchas personas y hechos que
nos precedieron los que han hecho posible que hoy nos deleitemos con magníficos
platos y alimentos.
Desde un principio, la
humanidad ha tenido la imperiosa necesidad de alimentarse, hemos sido cautivos
de la misma. No obstante y como aspecto diferencial en comparación con el resto
de los animales, los seres humanos tenemos la primitiva inteligencia, que nos
permite engrandecer nuestras actividades naturales y ennoblecer los actos que
nos llevan a satisfacerlas. Como consecuencia, el paso del puro acto de
alimentarse a cocinar nuestros alimentos es tan antiguo que no nos sería
posible determinar cuál fue ese preciso momento en el que todo comenzó.
Sólo los seres humanos
cocinamos nuestros alimentos. Esta actividad es, en definitiva, síntoma de
humanización y civilización. La cultura ha logrado que esta actividad necesaria
y vital que es alimentarse se convierta en un arte exquisito. El hombre ha
logrado aunar necesidad y placer y, en ese largo camino de la alimentación que
nos ha traído hasta el presente, la influencia que la actividad de alimentarse
ha ejercido sobre la humanidad ha sido determinante.
Los factores que inciden en
nuestra alimentación y constituyen nuestros hábitos alimentarios son de índole
muy diversa, influye de una manera importante nuestra primera infancia, también
la historia y cultura de la comunidad del individuo en cuestión, su etnia de
procedencia, además de factores geográficos, económicos, religiosos, políticos
y de toda clase que son los que conforman nuestra actual forma de comer. Vemos
pues, que en absoluto es casual lo que comemos, con quien lo comemos, como y
donde lo comemos, el conocimiento de todas estas circunstancias ayudaría a que
el acto de comer fuese mucho más gratificante y placentero de lo que ya es.
Existe también un componente ético en el conocimiento de todo este tipo de
cuestiones aludidas, que es germen de reflexión sobre como la humanidad reparte
y distribuye sus recursos alimenticios, y cuáles son nuestras conductas
medioambientales y de explotación de los recursos naturales, con lo que ello
repercute en nuestra alimentación.
Pensamos, de forma equivocada
que la gastronomía solo tiene relación con las técnicas culinarias, siendo
estas tan solo una mínima parte del amplio abanico de conocimientos que toman
como pilar básico la comida y los alimentos. El factor cultural es determinante
en la producción e identidad de los alimentos, el comer y el beber tiene
consecuencias que superan su factor alimenticio, por los valores añadidos que
en ello concurren y que configuran aspectos de índole estético, histórico,
social y económico, siendo por ello necesario profundizar en todos estos
factores para la verdadera comprensión del hecho gastronómico en toda su
dimensión. Debemos pues concluir que entre las actividades propias de un buen
gastrónomo se encuentran las de probar, transformar, describir, interpretar,
ensayar e indagar sobre los alimentos convirtiendo así la gastronomía en una
actividad multidisciplinar relacionada con las artes, la historia, la
sociología, las ciencias naturales, y demás actividades humanas.
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